Ya lo sabrás, a estas alturas... Ha muerto, con 87 años, José Saramago.
Del vecino pueblo de Tías saliste ya sin vida, aunque siempre vivo, a tu Portugal natal...
Nacido de una familia con pocos recursos, casi analfabetos, en el que un libro era un lujo casi inalcanzable, culminó su carrera literaria con el premio Nobel, al que dijo renunciaría sin dudarlo, antes que a sus convicciones.
Esa coherencia que ha caracterizado su vida, ha sido lo primero que le han achacado la caverna y la iglesia... No se estila en estos días el compromiso ético llevado hasta las últimas consecuencias.
El viernes nos dejó, y el sábado tuve la sorpresa de volver a ver a un amigo al que hacía tiempo que no veía. Llevó unos muebles al escritor y a su esposa, Pilar del Río, por la que se vino a esta isla volcánica y lunar, hace 20 años... (se rumorea que la brutal polémica por El Evangelio Según Jesucristo en la "república laica" de Portugal tuvo algo que ver). Se casaron en Castril, localidad granadina en la que ella nació, en 2007, por error nunca registraron en España el primer matrimonio, celebrado en Lisboa, y fue su compañera hasta el final. me confirmó lo que se comenta, que eran gente sencilla, amable... En estos tiempos de egos y divismos, en los que famosuelos de DEC huyen de la prensa en Barajas con gafas de sol, eludiendo los micrófonos quizá porque no tengan nada que decir.
Nos deja Todos los Nombre, La Caverna, La balsa de Piedra, Ensayo Sobre la Ceguera... Caín. Nos deja sus obras, y apenas 30 páginas de “Alabardas, alabardas, espingardas, espingardas”, su novela inconclusa sobre la lacra del tráfico de armas...
Partió desde esta Iberia soñada y maldita, incinerado junto a "Memorial del Convento", libro con el que conoció a su esposa, y con él entre las manos ha dejado este mundo...
En la mesa baja del salón, junto a su sillón de lectura y escritura, han quedado los últimos libros por los que se ha interesado, como “A ciegas”, de Claudio Magris, que tan solo hace unos meses fue a visitarlo a su casa de Lanzarote.
También estaban las reseñas que George Steiner publicó en “The New Yorker”, entre 1967 y 1997, libro que recomendaba vivamente a los amigos, y asimismo “Y la palabra se hizo vida”, de Eduardo Barreto Betancort, un libro editado con motivo del 25 aniversario de Cáritas Lanzarote, en el que colaboró el propio Saramago.
Sus últimas lecturas incluían “La máquina de hacer españoles”, del escritor angoleño Valter Hugo Mae, y “El gran secreto de Jesús”, del periodista y escritor español Juan Arias.
Y dos libros muy especiales para Saramago: “Confesiones del estafador Félix Krull”, la última novela escrita por Thomas Mann, que acaba de ser reeditada y que el autor portugués editó hace ya muchos años en su país natal, y la correspondencia que el propio Saramago mantuvo con el también escritor portugués José Rodrigues Miguéis entre 1959 y 1971.
Este libro acaba de ser editado este mismo mes de junio y, cuando el Nobel lo tuvo entre sus manos, comentó a su esposa y traductora: “Ahora ya me puedo morir tranquilo”.
Hasta siempre, maestro..!
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